Atenea y Hefesto, por Ananda Coomaraswamy

Atenea y Hefesto (Athena and Hephaistos) fue publicado en The Journal of the Indian Society of Oriental Art, vol. XV, 1947. Es el último artículo que escribió el Dr. Coomaraswamy.

En la producción de algo hecho por arte, o en el ejercicio de cualquier arte, están implicadas simultáneamente dos facultades, respectivamente imaginativa y operativa, libre y servil; la primera consiste en la concepción de una idea en una forma imitable, la segunda en la imitación (mimesis) de este modelo invisible (paradeigma)1 en algún material, que es así in-formado. Por consiguiente, la imitación, que es el carácter distintivo de todas las artes, es doble: por una parte, tenemos el trabajo del intelecto (nous) y, por otra, el de las manos (cheir )2. Estos dos aspectos de la actividad creativa corresponden a los «dos en nosotros», a saber, nuestro Sí mismo espiritual o intelectual y nuestro Ego sensitivo y psicofísico, que trabajan juntos (synergoi). La integración de la obra de arte dependerá de la medida en que el Ego pueda y quiera servir al Sí mismo, o, si el patrón y el trabajador son dos personas diferentes, del grado de su comprensión mutua.

La naturaleza de las dos facultades, que son respectivamente las causas formal y eficiente en la producción de obras de arte, se define claramente en la relación que hace Filón de la construcción del Tabernáculo, «cuya construcción le fue expuesta claramente a Moisés en el Monte por pronunciamientos divinos. Moisés vio con el ojo del alma las formas inmateriales (ideai ) de las cosas materiales que habían de hacerse, y estas formas tenían que ser reproducidas como imitaciones sensibles, por así decir, del gráfico arquetípico y de los modelos inteligibles… Así, el tipo del modelo se imprimió secretamente en la mente del Profeta como algo pintado y moldeado secretamente en formas invisibles sin material; y entonces la obra acabada se trabajó según aquel tipo por la imposición de aquellas impresiones del artista sobre las sustancias materiales diferentemente apropiadas»3; y en términos más generales por San Buenaventura, que señala que «la obra de arte procede del artista según un modelo existente en la mente; modelo que el artista descubre (excogitat = cintayati ) antes de producir, y que después produce como ha predeterminado. Además, el artista produce la obra externa en la mayor semejanza posible del modelo interior»4.

Así pues, la obra de arte es un producto a la vez de sabiduría y de método, o de razón y de arte (sophia o logos, y techne)5. Podría observarse aquí que las referencias primarias de las palabras sophia y episteme, cf. el hebreo hochmá y el sánscrito maya 6, son a la «habilidad» o «ciencia» del artista, de las cuales se desarrolla el sentido de «sabiduría»; y que aunque techne puede traducirse a menudo por «arte» en tanto que opuesto a «labor sin arte» (atechnos tribe)7, esta distinción es la misma que la que existe entre la mera «industria» (tribe) y el «método» (methodos)8. Esto equivale a decir que en cuestiones de artesanía o manufactura (cheirotechnike) hay una parte más relacionada con la ciencia (episteme), y otra menos, y que «sin enumeración, medida y peso, las artes (technai) serían relativamente sin valor… y una cuestión de mera práctica y trabajo»9; o a distinguir arte (techne) y mera experiencia (emperia) de ciencia (episteme), aunque el artista necesita ambos10. Todas estas fórmulas proporcionan un trasfondo para las fórmulas medievales: Ars sine scientia nihil y Scientia reddit opus pulchrum.

Reconocemos que para que algo esté «hecho bien y verdaderamente» es indispensable la cooperación de las manos como causa eficiente y del intelecto como causa formal. El propósito del presente artículo es llamar la atención a la expresión de esto mitológicamente en los términos de la relación entre Atenea y Hefesto, donde la primera es la diosa de la sabiduría que surgió de la cabeza de su padre Zeus, y el segundo es el titán herrero cuyas maravillosas obras son producidas con la ayuda de Atenea como co-laboradora (syntechnos)11. Atenea y Hefesto «comparten una naturaleza común, al haber nacido del mismo padre» y viven juntos en un santuario (hireon) común o, por así decir, en la misma casa12: ella es «la mente de Dios» (he theou noesis, o nous), y es llamada también Theonoe, y él es «el noble vástago de la luz»13. De ellos derivan todos los hombres su conocimiento de las artes, ya sea directa o indirectamente; «Hefesto, famoso por su arte (klytometis)14, ayudado por Atenea, la de los ojos brillantes, enseñó obras gloriosas a los hombres de la tierra»15; o fue Prometeo quien les robó «la sabiduría artística inmanente (entechnon sophian) y el fuego», y los dio a los hombres «como una porción divina» (moira)16.

Aquí las palabras entechnos y moira significan que el «artista humano en posesión de su arte» (entechnos demiourgos)17 es tal por participación (methexis, metalepsis) en el poder creativo del Maestro Arquitecto. De hecho, Atenea y Hefesto, «concordando en su amor de la sabiduría y de la artesanía (philosophia y philotechnia), eligieron juntos esta tierra nuestra como naturalmente adecuada para ser el hogar de la virtud y la sabiduría, y en ella establecieron como nativos del terreno a hombres buenos, y pusieron en sus mentes la estructura del arte del gobierno»18. Todo esto significa que el artista humano —digamos, el herrero en su fragua— en posesión de su arte tiene dentro de él a la vez una sabiduría y un método, una ciencia y una pericia; y que como un hombre integral, responsable de ambas operaciones, libre y servil, y capaz por igual de imaginación y de ejecución, es a la vez de la naturaleza de Atenea y de Hefesto: es Atenea quien inspira lo que Hefesto efectúa. Así, tenemos a Fereclo, «cuyas manos sabían (epistato) hacer todo tipo de obras maravillosas (daidala) porque Atenea lo amaba»19, y al carpintero de quien se dice que es «un maestro de la sabiduría en cuanto a la forma, por los dictados de Atenea»20. En esta relación, la función de Atenea, en tanto que ella es la fuente de la causa formal o el modelo de la obra que ha de hacerse, es esencialmente autoritaria y paternal más bien que receptiva o femenina, y no nos debe sorprender descubrir que a la «inspiración» (empnoia, empneusis) del artista, o «al poder divino (dynamis = akti ) que le mueve», se le llame a menudo «el Dios», el «Daimon» inmanente, o Eros, es decir, el Espíritu a quien la palabra «inspiración» misma señala21.

Por otra parte, cuando el «mecánico meramente productivo» (banausikos) que, por muy industrioso que sea, no comprende lo que está haciendo, y sólo realiza la operación servil, su servicio deviene entonces una cuestión de mera «labor imperita» (atechnos tribe)22 y él es reducido a la condición del simple esclavo que gana dinero para un amo23, o de simple «mano de obra» (cheirotechnes), más bien que del arquitecto o amante de la sabiduría24. Ésta es precisamente la situación del moderno obrero del trabajo en cadena, en quien el sistema industrial, ya sea capitalista o totalitario, ha separado a Atenea de Hefesto25.

Notas:

1 Una imitación —«pues si no efectuara eso, [la pintura] se consideraría un juego ocioso con colores» (Filostrato, Vit. Ap. 2.22). De un modelo invisible— cf. Platón, Timeo 51E, 92, República 484C, 510D, E, 596B, Leyes 931A; Plotino, Enadas 5.9.11 «Es a imitación (anukti ) de las formas divinas como se inventa aquí cualquier forma humana… [por ejemplo] este arpa divina, de la que el arpa humana es una imitación (Aitareya Brahmana 6.27, Shankhayana Aranyaka 8.9). El pintor ha de «poner en el muro lo que se ha visto en contemplación» («tad dhyatam», Somesvara, Abhilasitartharthacintamani 1.3.158).

Por supuesto, Platón entiende por «imitación» una iconografía de las cosas invisibles, y desaprueba la realización de «copias de copias», o el realismo en el sentido moderno de la palabra. De la misma manera Apolonio, en Filostrato, Vit. Ap. 6.19, llama a «la imaginación (phantasia) un artista (demiourgos) más sabio que la imitación», porque la obra del artista creativo depende de «la imaginación, incluso de lo que no se ha visto» —cuando no es mejor aún «no hacer ninguna imagen en absoluto de los dioses… puesto que la mente intuitiva (gnome) puede dibujar y representar (anagrapheia kai anatypoutai) mejor que cualquier artista». Esto último es lo que en la India se llamaría un culto puramente «mental» (manasu) o «sutil» (suksma).

2 Filostrato, Vit. Ap. 2.22. cf. Satapatha Brahmana 3.2.4.11: «Si no fuera por el intelecto, la palabra peroraría incoherentemente», y Kausitaki Upanishad 3.6, 7: «Cuando el intelecto es su jinete, todas las cosas se efectúan con las dos manos… pues, ciertamente, sin la cooperación del intelecto las dos manos no harían nada inteligible», es decir, no sabrían qué están haciendo.

3 Filón, Moisés, 2.74-76.

4 San Buenaventura, De red. artium ad theologiam, 12.

5 Himnos Homéricos 4.483, en relación con la música. Dicho de otro modo, en el caso de la me- talurgia, es por el arte y la razón (he techne kai ho logos) como se dominan las causas materiales, a saber, el fuego y el acero, etc. (Plutarco, Mor. 436 A. B.). Cf. referencias en las notas 2, p. 1 y 1, p.4.

6 Maya, «von ma = “hombre”, vgl. “metis“ goettliche Kunst» (Grasssmann, Woerterbuch zum Rigveda); cf. Liddell y Scott, s.vv. mao y metis.

7 Platón, Fedro 260E, cf. 270B.

8 Aristóteles, Soph. Elench. 3.18.

9 Platón, Filebo 55D-56A.

10 Platón, Rep. 422C, In 532C, 536C.

11 Platón, El Estadista 274C. Para un ejemplo de su cooperación, cf. Homero, Cypria 5.

12 Platón, Critias 109C, 112B.

13 Platón, Crátilo 407B. Para Theonoe como tipo cf. Eurípides, Helena, passim, e.g. 530, donde ella «conoce todas las cosas verdaderamente». Hefesto ha de ser relacionado más correctamente con Aph, encender; el fuego  es  phlox Hephaistoio, Ilíada 17.88. Epítetos característicos de Hefesto son klytometis, «afamado por su arte», klytotechnes, «afamado por su oficio», y klyto-ergos, «afamado por su trabajo». Atenea es chariergos, «aquella que —por su sabiduría, o ciencia— da a la obra su gracia o belleza» (Anth. Pal, 6.205); suya es la «causa formal» o «causa ejemplar», o «el arte en el ar- tista», por el que éste trabaja. «Noble» (gennaios), como característica de Hefesto, puede referirse a la paternidad común de Hefesto y Atenea (Critias 109C), pero puede significar más bien «fiel», lo que no implica en absoluto que su función no sea servil, cf. Eurípides, Helena 729, 1641, donde gennaios va con doulos, e implica una libertad sólo de la mente (nous), en el sentido del Quod omnis probus liber sit de Filón; cf. Esquilo, Prometeo 45, donde Hefesto trabaja para Zeus en una tarea que «detes- ta».

14 Para metis = maya, véase nota 4, p. 2. Cf. Ilíada 10.19 syn metin… tektegaito y Píndaro, Odas Olímpicas 9.78, donde technais = mayabhih. Metis como persona es la primera mujer de Zeus, que renace de su cabeza como Atenea (Hesíodo, Th. 886); la historia implica que «el dios principal siempre tiene a la Sabiduría dentro de él» (H. J. Rose, Greek Mythology, p. 50); metieta (por metietes), como epíteto épico de Zeus, corresponde al sánscrito mayin; de manera que «si quieres crear una imagen de Zeus debes intuir, o concebir (ennoein = excogitare, sáns. dhyai) campos, arte (metin), y las habilidades artísticas (technas), y cómo ella floreció de Zeus mismo» (Filostrato, Vit. Ap. 6.19). Atenea es una «trabajadora» (ergane, Sofócles, fr. 724), como en latín la operosa Minerva con Vulcano; y puede observarse que energeia = ousia, y que se contrasta con hyle (Aristóteles, Met. 7.2.1 y 6), como se contrastan logos y techne con el material que controlan (Plutarco, Mor. 436 A. B). De la misma manera que, también para Santo Tomás de Aquino, el artista trabaja per verbum in intellectu conceptum, Summa Theologica 1.45.6.

15 Himnos Homéricos 20; Platón, Critias 109C, D.

16 Platón, Protágoras 321D-322A.

17 Platón, Leyes 903C; cf. Fedro 277B, donde to entechnon kai me se distinguen según que un autor conozca o ignore aquello de lo que trata, y El Banquete 209A, donde se distingue al artista «inventivo» (heuristikoi ) de los otros. Para Aristóteles, Rhet. 1.1.11. y 1.2.2., la distinción es la que hay entre aquél cuyo trabajo está hecho según «las leyes del arte» (entechnos methodos) y el que no es tal experto (atechnos). Con entechnos cf. entheos, energeia, ennoia, «ingenio», etc.

18 Critias 109C, D. Para el arte del gobierno (politeia) como equivalente a las artes en general, ver República 342, —pues todo arte (techne) es más fuerte y gobierna a aquello de lo que es un arte y para lo cual opera.

19 Ilíada 5.61. Apenas distinguible de la Sophia de Hefesto es «la Sophia de Dédalo» (Platón,

Eutifrón 11 E); y lo mismo debe valer para Regin, Wayland y los demás grandes herreros míticos.

20 Ilíada 15.410-411.

21 Sobre la inspiración, ver mi Figures of Speech or Figures of Thought, 1946, pp. 25-28, y s.v. en

The Dictionary of the Arts.

22 Platón, Fedro 260E, cf. 270B.

23 Jenofonte, Mem. 3.11.4.

24 Aristóteles, Met. 1.1.17; Jenofonte, Vect. 5.4.

25 Todo esto es, por supuesto, perfectamente sabido. «La validación del éxito en función de las apariencias externas ha devenido el objetivo de nuestra civilización. En este sistema de valores las relaciones humanas adoptan los valores del vendedor… Bajo estas condiciones, los hombres devienen por todas partes deshonestos, brutales y crueles… A menos que consiga librarse de la degradante tiranía de su esclavitud a la religión de la economía, el hombre occidental está ciertamente condenado a la autodestrucción, tal como lo indican todos los presagios» (M. E. Ashley Montagu en School and Society, vol. 65, n.º 1696, 1947). «Hoy, bajo el orden económico centralizado, parece que estamos descendiendo por debajo del nivel de la bestia, odiándonos, explotándonos y destruyéndonos unos a otros a una escala mundial, y reduciendo al hombre común a un autómata uniformizado incapaz de pensar y actuar por sí mismo» (Bharatan Kumarappa, Capitalism, Socialism, or Villagism?, 1946, p. 194). Hay dos actitudes: la del negociante, según la cual «por mucho… que los individuos sufran, hay que dar vía libre al progreso en conformidad con la empresa de la civilización industrial» (Sir George Watt, en Indian Art at Delhi, 1912), y la del humanista, según la cual «por mucho que un sistema económico consiga crear riqueza, será inestable y demostrará ser un fracaso si durante este proceso causa sufrimiento a los hombres, o del modo que sea les impide desarrollar una vida de plenitud» (Bharatan Kumarappa, ibid., p. 112). Elijamos entre ambas.

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